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En pleno Halloween; Neo Iglesia y Luteranos se hermanan y festejan por la Reforma Protestante

noviembre 2, 2017
bergoglio-y-lutero

Tenebrosa fotografía: Bergoglio y el heresiarca Lutero, en esfigie…

La apostasía contra la Fe Católica es clara en la proclama de Bergoglio:

El 31 de octubre de 2017, último día del año de conmemoración ecuménica común de la Reforma, estamos muy agradecidos por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma…

(RD/Jesús Bastante)

«Pedimos perdón por nuestros fracasos, las formas en que los cristianos han herido el Cuerpo del Señor y se han ofendido unos a otros durante los 500 años transcurridos desde el inicio de la Reforma hasta hoy». Así reza la ‘Declaración conjunta’ que la Federación Luterana Mundial y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos han suscrito hoy «al finalizar el 31 de octubre de 2017, el año de conmemoración común de la Reforma».

Una conmemoración que, por primera vez, «hemos compartido juntos y con nuestros asociados ecuménicos del mundo entero«. En el documento, luteranos y católicos se muestran «muy agradecidos por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma».

«Nosotros, luteranos y católicos, estamos profundamente agradecidos por el camino ecuménico que hemos recorrido juntos en los últimos 50 años», prosigue el texto, que reconoce cómo, a lo largo de este tiempo, se ha profundizado en «nuestra oración común, el culto y el diálogo ecuménico«, que ha supuesto «la eliminación de prejuicios, una mayor comprensión mutua y la identificación de decisivos acuerdos teológicos».

El documento hace un balance positivo de este año de la reforma, que arrancó con la oración común luterano-católica en Lund, con la presencia del (anti)Papa Francisco y la firma de una declaración conjunta «que recoge el compromiso de seguir recorriendo juntos el camino ecuménico hacia la unidad por la que oraba Cristo».

«Muchos miembros de nuestras comunidades anhelan recibir la Eucaristía en una mesa como expresión concreta de la unidad plena. Sentimos el dolor de quienes comparten su vida entera, pero no pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía. Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre y la sed espirituales de nuestro pueblo de de ser uno en Cristo. Anhelamos que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. Este es el propósito de nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que también progresen mediante la renovación de nuestro compromiso con el diálogo teológico», insiste el documento, con palabras de la citada declaración.

«Por primera vez -resalta la declaración-, luteranos y católicos han considerado la Reforma desde una perspectiva ecuménica, lo que dio lugar a un nuevo enfoque de los acontecimientos del siglo XVI que llevaron a nuestra separación», lo que puede redundar en «un estímulo al crecimiento de la comunión y un signo de esperanza a fin de que el mundo supere la división y la fragmentación. Una vez más, resultó claro que lo que tenemos en común es mucho más que aquello que nos divide».

De cara al futuro, concluye el documento, «nos comprometemos a seguir nuestro camino común, guiados por el Espíritu de Dios, hacia la mayor unidad de acuerdo a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo» para «superar las restantes diferencias que existen entre nosotros».

El 31 de octubre de 2017, último día del año de conmemoración ecuménica común de la Reforma, estamos muy agradecidos por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, conmemoración que compartimos juntos y con nuestros asociados ecuménicos del mundo entero. Asimismo, pedimos perdón por nuestros fracasos, las formas en que los cristianos han herido el Cuerpo del Señor y se han ofendido unos a otros durante los 500 años transcurridos desde el inicio de la Reforma hasta hoy.

Nosotros, luteranos y católicos, estamos profundamente agradecidos por el camino ecuménico que hemos recorrido juntos en los últimos 50 años. Esa peregrinación, sostenida por nuestra oración común, el culto y el diálogo ecuménico, redundó en la eliminación de prejuicios, una mayor comprensión mutua y la identificación de decisivos acuerdos teológicos. Frente a tantas bendiciones a lo largo del camino, elevamos nuestros corazones en alabanza al Dios Trino por la misericordia recibida.

En este día damos una mirada retrospectiva a un año de notables eventos ecuménicos que comenzó el 31 de octubre de 2016 con la oración común luterano-católico romana en Lund, Suecia, en presencia de nuestros asociados ecuménicos. Durante la presidencia de ese servicio, el (anti)papa Francisco y el obispo Munib A. Younan, entonces presidente de la Federación Luterana Mundial, firmaron una declaración conjunta que recoge el compromiso de seguir recorriendo juntos el camino ecuménico hacia la unidad por la que oraba Cristo (cf. Juan 17.21). Ese mismo día, nuestro servicio conjunto a quienes necesitan nuestra ayuda y solidaridad también se vio fortalecido por una declaración de intención entre Caritas Internationalis y la Federación Luterana Mundial – Servicio Mundial.

El (anti)papa Francisco y el presidente Younan declararon juntos: «Muchos miembros de nuestras comunidades anhelan recibir la Eucaristía en una mesa como expresión concreta de la unidad plena. Sentimos el dolor de quienes comparten su vida entera, pero no pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía. Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre y la sed espirituales de nuestro pueblo de de ser uno en Cristo. Anhelamos que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. Este es el propósito de nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que también progresen mediante la renovación de nuestro compromiso con el diálogo teológico.»

Las bendiciones de este año de conmemoración incluyen el hecho de que por primera vez, luteranos y católicos hayan considerado la Reforma desde una perspectiva ecuménica, lo que dio lugar a un nuevo enfoque de los acontecimientos del siglo XVI que llevaron a nuestra separación. Reconocemos que si bien el pasado no se puede cambiar, su influencia sobre nosotros hoy en día se puede transformar para que sea un estímulo al crecimiento de la comunión y un signo de esperanza a fin de que el mundo supere la división y la fragmentación. Una vez más, resultó claro que lo que tenemos en común es mucho más que aquello que nos divide.

Nos alegra que la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, firmada en un acto solemne por la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica Romana en 1999, también fuera firmada en 2006 por el Consejo Metodista Mundial y por la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas en este año de conmemoración. Además, hoy mismo será acogida y recibida por la Comunión Anglicana en una ceremonia solemne en la abadía de Westminster. Sobre esta base nuestras comuniones cristianas pueden construir un vínculo más estrecho de consenso espiritual y testimonio común en el servicio del evangelio.

Reconocemos con gratitud, los numerosos eventos de oración y culto comunes que luteranos y católicos celebraron junto con sus asociados ecuménicos en distintas partes del mundo, los encuentros teológicos y las publicaciones significativas que dieron sustancia a este año de conmemoración.

De cara al futuro, nos comprometemos a seguir nuestro camino común, guiados por el Espíritu de Dios, hacia la mayor unidad de acuerdo a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo. Con ayuda de Dios, pretendemos discernir a través de la oración nuestra comprensión de la Iglesia, la Eucaristía y el Ministerio, buscando un consenso sustancial que permita superar las restantes diferencias que existen entre nosotros. Con profunda alegría y gratitud, confiamos en «que el que comenzó en [nosotros] la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1.6).

4 comentarios leave one →
  1. Inés. permalink
    noviembre 2, 2017 12:19 pm

    «Pedimos perdón»…….

    Pero, ¿quién pide perdón?

    No por cierto la Iglesia Católica, que siempre ha permanecido fiel a Cristo , en su sitio, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda.

    Y me pregunto, ¿qué clase de dones espirituales y teológicos puede otorgar Dios a los que se rebelaron contra Él y contra la Iglesia por Él instituída, y siguen rebelándose ? DIOS, VERDAD SUMA, NO PUEDE SANCIONAR NI BENDECIR A LOS QUE SE OBSTINAN EN PERMENECER EN EL ERROR.

    Es talmente aquello de «SOSTENELLA Y NO ENMENDALLA», que decía D. Quijote.

    Esta infamia tenía que llegar, y llegó. !Y lo que nos queda por ver!

  2. Inés. permalink
    noviembre 3, 2017 12:42 am

    Y la infamia va más allá, que es la de desautorizar al Santo Concilio de Trento y por lo tanto, a la Iglesia Católica, asistida por el Espíritu Santo, que condenó la falsa doctrina de Lutero y de sus secuaces, que, como decía Bossuet en su obra : «Variaciones de las iglesias protestantes» , eran y son legíón, y cada una de ellas iba , y va, por donde le da la gana hasta el día de hoy.

    Y resultó que los que rechazaban la autoridad del Vicario de Cristo en la tierra tienen tantos » falsos Papas y tantas cabezas » como peces el mar.

    Desautorizar públicamente al Santo Concilio de Trento, que eso es lo que hacen pidiendo ese farisaico perdón, equivale a la aberración de decir que el Espíritu Santo se equivocó, que es el colmo de la blasfemia y de la impiedad.

  3. Rafael permalink
    noviembre 3, 2017 11:52 am

    NADA DE QUE ASOMBRARSE, AMBAS CONFESIONES SON HERETICAS, UNA PROTESTANTE Y LA OTRA MODERNISTA, SU UNION NO ES MAS QUE UNA ESTRATEGIA PARA UNA SOLA RELIGION UNIVERSAL, Y PARA LA CONFUSION DE LOS VERDADEROS CATOLICOS.

  4. Braunau am Inn permalink
    noviembre 8, 2017 4:36 pm

    La tesis oficial es que el 31 de octubre de 1517 un joven religioso agustino llamado Martín Lutero clavó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg «Noventa y cinco tesis sobre las indulgencias». Sin embargo, hay dudas razonables de que no ocurrió así. En todo caso, ese es el evento que se señala como inicio de la reforma protestante.

    Sobre la misma, escribe el papa San Pío X en el artículo 129 de su Catecismo mayor:

    El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas.

    En el artículo anterior, había escrito:

    … y finalmente la gran herejía del Protestantismo (siglo XVI), forjada y propagada principalmente por Lutero y Calvino. Estos novadores, con rechazar la Tradición divina, reduciendo toda la revelación a la Sagrada Escritura, y con sustraer la misma Sagrada Escritura al legítimo magisterio de la Iglesia para entregarla insensatamente á la libre interpretación del espíritu privado, demolieron todos los fundamentos de la fe, expusieron los Libros Santos a las profanaciones de la presunción y de la ignorancia y abrieron la puerta a todos los errores.

    Entre los grandes principios de la reforma protestante figuran el Sola Fide (justificación sólo por la fe), el Sola Scriptura (solo la Biblia es parte de la Revelación) y el «Libre examen» (interpretación privada y libre de las Escrituras).

    El Sola Fide es negado expresamente por la Escritura en el único versículo donde aparecen precisamente las palabas sola y fe juntas:

    Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no solo por la fe.
    Stg 2,24

    El Sola Scriptura es una doctrina que no aparece en la Escritura. Sin embargo, sí aparece el concepto de Tradición apostólica transmitida no solo por escrito sino oralmente:

    Os alabo porque os acordáis en todo de mí y mantenéis las tradiciones como os las transmití.
    1 Cor 11,2

    Así, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta.
    2 Tes 2,15

    Y el libre examen, como la historia se ha encargado de demostrar, solo conduce a la propagación de la división dentro del propio protestantismo, que no es capaz de matener una postura común sobre temas tan importantes como el bautismo, la eucaristía (Santa Cena), la posibilidad de caer de la gracia que nos salva, etc.

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