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CARTA A LOS AMIGOS Y BIENHECHORES, publicada por Franz Schmidberger el 25/Sep/1984

julio 11, 2012

Lefebvre confió las negociaciones en 1988 en Franz Schmidberger, coterráneo y cercano al entonces «cardenal» Ratzinger

¡EL VATICANO II ES EL MÁS GRANDE DESASTRE DE NUESTRO SIGLO!

Queridos amigos y bienhechores:

Mientras que en Roma y en los palacios episcopales, bajo el signo de un falso ecumenismo, de los falsos derechos del hombre y de una falsa libertad religiosa, los responsables conducen cada vez más la Iglesia a su perdición, cuando la fe católica desaparece y la caridad de Cristo se enfría, en despecho de toda resistencia y toda oposición, se levanta, a través de muy humildes comienzos, una nueva genera­ción de sacerdotes, animada por dos únicos intereses: glorificar a Dios Trinidad y perservar las almas inmortales de la comunión eterna con el diablo.

1. Rechazamos todo compromiso entre el dogma católico y el protestantismo liberal, de cualquier matiz que sea. Suavizar, diluir o aún falsificar la doctrina de Cristo es blasfemar contra Dios, es hu­millar a la Iglesia y causar a las almas un perjuicio incalculable. Para nosotros, católicos, el Dios que veneramos no es el mismo que el de los judíos y musulmanes, nuestra Redención no consiste, como la de los masones, en una fraternidad universal, nuestra concepción de la Iglesia y de la gracia no es la de los protestantes. En nombre de la caridad, debemos realizar esta clarificación de las posiciones y exclamar con Lactancio: «Sólo la Iglesia Católica conserva el verdadero culto. Allí está la fuente de la verdad,, la morada de la fe, el templo de Dios. Quien no entra allí o sale de Ella, pierde toda esperanza de vida y de salvación. Que nadie se haga ilusión a causado réplicas empecinadas: se trata de la vida y de la salvación, sería perderlas o extinguirlas el no reflexionar en ellas atenta y diligentemente.»

Ahora bien, el ingreso del Papa en un templo budista en Thai­landia, su inclinación delante del bonzo budista, expresan toda la humillación de la Iglesia: le han arrancado su cetro y su corona. De allí en mas, Cristo no es más que un camino entre otros, no es más que una verdad entre muchas otras, no es más que una vida dejada a la libre elección.

2.  I,a proclamación incesante de los derechos del hombre hace olvidar que ellos tienen por fundamento deberes correlativos, y en última instancia, los derechos de Dios: ellos encuentra en el Decálogo su norma y su regla. Ante todo, el primer mandamiento de Dios: el reconocimiento de Su autoridad, sin un «si» ni un «pero», adoración y servicio en silencio en su reino. Luego el cuarto mandamiento: el rechazo marcado de todo igualitarismo y del trabajo de zapa de la autoridad instituida por Dios. Por último, el sexto: pureza, castidad y pudor, rechazo claro de la moral permisiva.

Entonces, en las condiciones espirituales de hoy, predicar los derechos del hombre no conduce más que a proclamar su orgullo, su hábito de una crítica egoísta, las tendencias revolucionarias, los movimientos de emancipación destructores, la mentalidad reivindi­cadora de nuestros contemporáneos, hasta que, en una adoración luciferina de sí mismos, ellos arrojan al rostro de Dios y de su Iglesia el «¡Non serviam!»  (¡No serviré!).

3.   La falsa libertad religiosa produce por doquier sus frutos deletéreos: el número de abortos aumenta sin cesar (actualmente, ¡cin­cuenta millones por año!), el divorcio se hace una moda, la libre cohabitación, el estado normal. En Roma va a establecerse, cerca del Foro, una «love-city» (ciudad de amor) para atraer al pecado y al vicio. Las sectas se diseminan como langostas en los países, el culto al diablo, la magia negra, la brujería alcanzan dimensiones inimaginables. En estos días, justamente, la televisión alemana presentaba un film sobre la brujería y el culto a Satanás, para entregar manifiestamente todo un pueblo al poder del Maligno. El deicidio social de la era conciliar y post-conciliar va a costar la vida eterna todavía a muchas genera­ciones.

Nosotros decimos abiertamente lo que pensamos: ¡EL VATICANO II ES EL MÁS GRANDE DESASTRE DE NUESTRO SIGLO! Cuando hace ‘veinticinco años, en cada iglesia, de norte a sur y de este a oeste, el Santísimo Sacramento recibía el homenaje de la adoración amorosa de clérigos y fieles, ahora es la adoración destruida hasta en el último pueblo, hasta la más pequeña capilla de misión en la selva, por la reforma litúrgica y la actividad progresista. La indiferencia, la profanación y el sacri­legio han tomado su lugar.

¿Cuál no es nuestra alegría al ver, sobre este oscuro horizonte, desprenderse el bello número de ordenaciones sacerdotales de este año (veinticinco para la Fraternidad y ocho para las comunidades amigas)! Ellas nos permiten extender y fortificar considerablemente nuestra obra: hemos fundado diez nuevas casas en los últimos meses, de las cuales una en cada uno de estos cinco países: Holanda, Portugal, Méjico, Colombia y Sudáfrica, en donde hasta ahora no teníamos fundaciones. Por la gracia de Dios, una cifra de ordenaciones sensiblemente equivalente para el año próximo nos hace prever un crecimiento semejante. Yo no puedo referiros aquí todos los aconteci­mientos y desarrollos de los últimos meses, concernientes a nuestra obra: la lista sería demasiado larga.  Sin embargo, el número creciente de entradas en nuestros cuatro seminarios (este año, sesenta en total) nos empuja a buscar posibilidades de fundar nuevos seminarios. La formación de buenos sacerdotes —portadores y predicadores de la doctrina de los Apóstoles, dispensadores fieles de los misterios de Dios, mediadores entre Dios y los hombres—, he aquí la obra más importante, la obra primordial de la misericordia para los días actuales. Nos preparamos interiormente para restablecer la misión universal, y en una primera etapa queremos fundar nuestros prioratos diseminados, como puestos de avanzada, como puntos de referencia y braseros ardientes. Los liberales quieren hacer al mundo liberal, los socialistas lo quieren hacer socialista, nosotros queremos conquistarlo para la fe católica.

A vosotros, queridos amigos, os llamamos a una acción verdadera y resuelta: ¡En la gran batalla de los espíritus y los corazones, no dejeis caer la espada! ¡Alzaos para la defensa de los derechos de Dios! Rezad, ayunad, haced sacrificios, expiad, dad la limosna y haced el bien sin cesar! ¡Si algunos abandonan y traicionan la fe, nosotros debemos creer por ellos el doble! ¡Si otros se enfrían en la caridad, debemos sustituirlos por un triple amor! Si otros abandonan el frente, nosotros debemos ocupar su lugar. Por eso, ayudadnos a formar por doquier una élite espiritual y a salvar de la ruina total las instituciones cristianas, rescatadas por la sangre del Salvador: seminarios y monasterios, matrimonio y familia, Iglesia y Ciudad Católica. Pero ante todo, y cumpliendo el servicio del buen samaritano, ¡salvad vuestra propia alma! Salvad vuestra alma y la de vuestros parientes, amigos, colegas y vecinos. No olvidéis esto: nuestro crecimiento en fuerza es la debilidad de los liberales, nuestros triunfos son sus derrotas. Tal vez, gracias a vuestras oraciones incesantes, algunos Obispos se decidirán, a pesar de todo, a tomar nuestro camino. Así, uno de ellos escribía a Monseñor en la fiesta de San Pío X, el 3 de septiembre: «Pienso muy humildemente, que deberíais decir algo de esta colegialidad episcopal que me ha inspirado la necesidad de dirigirme a vuestro corazón y a vuestra inteligencia para rogaros nos ayudéis a vivir cada día más en la ortodoxia de la fe y de las costumbres… permitidme ofreceros todo mi afecto fraterno y mis sentimientos de estima y consideración.»

Un segundo Obispo quiere ayudarnos a implantar nuestra obra en su país; un tercero está de acuerdo, si no en todo al menos en gran parte, con la Carta abierta dirigida al Papa en la fiesta de la Presentación de 1983. En la fiesta próxima de la Inmaculada Concepción, toda nuestra Fraternidad, con la rama de sus Hermanas, con sus Hermanos, sus Oblatas y los miembros de su Tercera Orden, quiere consagrarse a la Santísima Virgen: que Ella nos llene, de ahora en más, con su pensamiento y su querer; que Ella sea la verdadera propietaria de nuestros bienes materiales, que Ella sea la «Domina» (Señora) en nuestra casa, que Ella nos guarde fieles a nuestra misión y no nos permita desviarnos del recto camino. La Inmaculada Concepción nos ayudará a conservar puro el Depósito de la Fe y a exponerlo santamente, la Madre de los Dolores nos enseñará a comprender cada vez mas el santo Sacrificio de la Misa y a vivirlo, la Reina del Cielo y de la Tierra conducirá por nosotros el combate para la construcción del Reino de Su Hijo, el Rey Jesús.

Estad seguros de nuestro profundo y cordial reconocimiento por vuestra ayuda preciosa. Nuestras comunidades recitan cada día el Rosario por vosotros, por vuestras intenciones, preocupaciones y necesidades. Y que el Dios de Bondad dirija vuestros días en la paz, que El os preserve de la condenación eterna y os reúna, al consumarse vuestro peregrinaje, en el número de los elegidos.

Con mi bendición sacerdotal

R.P. Franz Scmhidberger Superior General
Rickenbach, en la fiesta de San Nicolás de Flüe, el 25 de septiembre de 1984.

8 comentarios leave one →
  1. E. Mario permalink
    julio 11, 2012 1:59 pm

    «CON LOS HEREJES, NI EL LENGUAJE EN COMÚN SE PUEDE TENER» (San Jerónimo)

    LA SALETTE

  2. alexis permalink
    julio 11, 2012 4:35 pm

    soy de otro credo que el de ustedes, pero encontre su pagina y me asalto una duda.
    si lo que llaman magisterio , creo que es los obispos en union con el papa referente a los dogmas y cosas asi, se equivoco con el tal vaticano II , que obstaculo habria para decir que tambien se pudieron equivocar antes , o ahora , o en un futuro proximo , incluso eso deja abierta la puerta para negar que la biblia sea palabra de Dios, pues es el magisterio el que decreto la canonicidad de ellos, pero como se equivoco en v II , tambien pudo haberse equivocado en eso …… no los entiendo … podrian darme una buena razon por favvor , se los pido con respeto.

    • julio 12, 2012 12:04 am

      Alexis.

      Ese es el punto, la Iglesia Católica, por ser la única de origen divino, es INERRANTE, es decir que no se puede y nunca se ha equivocado en materia de Fe y Moral.

      La promesa también fue específica de Nuestro Señor Jesucristo para San Pedro y sus sucesores, los papas verdaderos. Por esa razón los 260 papas legítimos jamás se equivocaron en materia de Fe y Moral, al hablar como papas, dirigiéndose al orbe cristiano.

      Si el Vaticonciliábulo, sancionado por Juan XXIII y Pablo VI está lleno de herejías, no es mas que una muestra de que no eran papas verdaderos. Pero no por errar en la Fe dejaron de ser papas, sino que por no ser verdaderos papas defeccionaron en la Fe.

      Unidad en la Verdad

  3. Inés permalink
    julio 12, 2012 1:32 am

    Mario :

    Hace mucho que ya no tenemos un lenguaje de Fe común. Ahí está uno de los principales meollos de la cuestión, si no el principal, que para mí lo es.

    Como muy acertadamente dice FC : «Por no ser verdaderos Papas se equivocaron en materias de Fe», una Fe que probablemente nunca tuvieron.

    No creen en el Dios del Cristianismo. Y si no creyeron en el Antiguo Testamento, menos aún creerán en el Nuevo.

    Una de las ideas favoritas de los herejes conciliares es predicar que todas las falsas religiones adoran al mismo Dios, que es como decir que el error y la mentira van de la mano con el beneplácito y la aprobación del único y verdadero Dios, el Dios encarnado en la persona de Cristo para la salvación de los hombres, que es la Verdad suma.

    La mejor demostración de eso fueron los Asís I, II y III, por citar algo que entra por los ojos.

    • julio 12, 2012 7:56 am

      Inés.

      Considero que Mario se refiere al lenguaje de los lefebvristas, disfrazado de ortodoxia, pero si se ve un poco más de las apariencias, se pueden apreciar sus errores.

      Por ejemplo, en la introducción de su carta, Schmidberger afirma que la Iglesia va encaminada a la perdición. Pero esta afirmación la envuelve de tal manera, que para la mayoría es difícil distinguir la herejía puesto que es IMPOSIBLE que la SANTA Iglesia Católica se pierda.

      Este es el lenguaje ambiguo de los conciliares, llámense lefevrianos, montinianos, o ratzingerianos……

  4. Inés permalink
    julio 12, 2012 2:02 am

    Este escrito a «los amigos y bienhechores» debería intitularse : CARTA DEL GRAN TIMADOR CON SOTANA A LOS TIMADOS.

    Pero nunca es tarde cuando la dicha es buena ; y la mejor de las dichas es apartarse del timador para no volver a ser, ni engañados, ni timados.

  5. julio 12, 2012 3:02 am

    La fiebre ha subido de temperatura.

  6. julio 12, 2012 8:36 am

    En el punto 1, omite que fue un MASÓN reconocido quien ordenó a Marcel Lefebvre, es decir: A. LIENART.
    En otras palabras, el mismo Schmidberger procede del llamado «Cardenal Rojo».

    En la parte final de la carta dice el ex superior: «….la Reina del Cielo y de la Tierra conducirá por nosotros el combate para la construcción del Reino de Su Hijo, el Rey Jesús.»

    Otra de las aberraciones, (aparentemente ortodoxa) de los lefebvrianos. El Reino de Cristo, ya está construído y establecido por Dios mismo. Jesucristo es Rey desde la eternidad.

    Y los herejes lefebvristas pretenden convencer que ellos serán quienes edifiquen ese reino, o que los católicos tienen la potestad de construir algo divino.

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