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Pedro Arrupe, de preparar el ataque nuclear en Hiroshima a destructor de los jesuitas

agosto 9, 2018

Foro Católico: Pedro Arrupe recibió la Compañía de Jesús en mayo de 1965; contaba 36.038 sujetos En 1981,  eran 26.622. Diferencia negativa: -9.406, que representa un promedio anual de -588. Y es de notar que ya el primer año dio un ba­lance de -109, que se debió a las salidas de la Compañía, Se han publicado ya en varias revistas los números de salidos, ex­claustrados y reducidos al estado laical. 

Además, al entrar Estados Unidos a la II Guerra Mundial, Arrupe pidió ser enviado a Hiroshima, donde fue detenido y acusado de espionaje.  Aunque las autoridades japonesas estaban advertidos de que algo se preparaba en Hiroshima, Arrupe fue iberado por falta de evidencias, luego presenció a unos cuantos kilómetros (a salvaguarda), uno de los actos más abominables de la historia: la detonación de Little Boy y con ello la desaparición instantánea de la misión católica más importante de oriente, cuyo valor militar y estratégico era nulo. 

Arrupe narra la «tragedia» como si fuese un hecho inconexo, y nunca llama la atención de que fue elegida una ciudad sin importancia militar, cuya única particularidad era ser la ciudad más católica del lejano oriente.

(Con extractos de thediplomatinspain.com y PD)

Pedro Arrupe, superior general que guió los pasos de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983, durante el Concilio y el postconcilio. Marcó unos derroteros, hoy ya imborrables, para la Compañía de Jesús, que no dejarían de influir también en otros sectores de la sociedad humana». 

Nace el 14 de noviembre de 1907 en Bilbao , en la calle de «La pelota». Sus padres, Marcelino Arrupe (arquitecto) y Dolores Gondra, eran ambos naturales de Munguía, localidad vizcaína cercana a Bilbao. 

El primero de octubre de 1914 ingresa en el colegio de los Escolapios de Bilbao, en donde cursará el Bachillerato hasta 1922.

El 29 de marzo de 1918 ingresa en la Congregación Mariana de S. Estanislao de Kostka, «los Kostkas», dirigida por el P. Basterra, el primer jesuita que conoció Arrupe. Pedro Arrupe llegó a ser vicepresidente de los «kostkas».

En 1923 comienza el primer curso de Medicina en la Facultad de San Carlos de Madrid. Las notas de su carrera son extraordinarias: en casi todas las asignaturas, sobresaliente y matrícula de honor. Severo Ochoa, que llegaría a ser premio Nobel y que entonces era condiscípulo de Arrupe, confesaría más tarde: «Pedro me quitó aquel año el premio extraordinario».

El 25 de enero de 1927 ingresa en la Compañía de Jesús, en el noviciado de Loyola. El doctor Negrín, uno de sus profesores, hizo lo posible por no perder a un alumno tan brillante. Más tarde, iría a Loyola a visitar a Pedro: «A pesar de todo, me caes muy simpático». Y allí se dieron un abrazo el futuro presidente del gobierno de la República y el futuro general de la Compañía.

Poco después de haber comenzado sus estudios de Filosofía en el monasterio de Oña (Burgos), llega el decreto de disolución de la Compañía en España (1932). Arrupe parte al destierro con sus compañeros y profesores. Continuarán sus estudios en Marneffe (Bélgica). Para cursar Teología le envían a Valkenburg (Holanda). En la vecina Alemania surgía ya la fatídica sombra de Hitler y el nazismo. «Para mí -diría más tarde- el encuentro con la mentalidad nazi fue un tremendo shock cultural».

Juan Negrín, jefe e las brigadas internacionales comunistas, fue en busca de su camarada Arrupe.

El 30 de julio de1936 recibe la ordenación sacerdotal en Marneffe. En septiembre se traslada a los Estados Unidos para realizar estudios de moral médica.

El 6 de junio de 1938 recibe una carta del Padre General destinándole a la misión de Japón, misión que había solicitado ya muchas veces a sus superiores.
El 30 de septiembre embarca en Seatle rumbo a Yokohama.

Después de varios meses de aprendizaje de la lengua y costumbres japonesas, en junio 1940 es destinado a la parroquia de Yamaguchi, tan llena de recuerdos de San Francisco Javier.

Arrupe, el que fuera máximo responsable de los jesuitas entre 1965 y 1983, fue testigo –quizás el único español- de aquella catástrofe con la que se puso fin a la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico.

Llegó a este país asiático en 1938 y de inmediato se puso a aprender la lengua y costumbres japonesas. El 8 de diciembre de 1941, unas horas después de la entrada de Japón en la contienda, fue arrestado y encarcelado por las autoridades locales bajo la acusación de ser espía. Fue liberado al cabo de unas semanas y al poco tiempo, nombrado maestro de novicios en Nagatsuka, una pequeña localidad situada a siete kilómetros de lo que luego sería el epicentro de la explosión nuclear en el centro de Hiroshima.

Arrupe plasmó en un libro –‘Yo viví la bomba atómica’– sus vivencias del día de la tragedia y los meses posteriores. El 6 de agosto de 1945 se encontraba en una casa con 35 jóvenes y varios padres jesuitas, cuando a las 08:15 horas vio “una luz potentísima, como un fogonazo de magnesio, disparado ante nuestros ojos”.

Al abrir la puerta del aposento, que daba hacia Hiroshima, “oímos una explosión formidable, parecido al mugido de un terrible huracán, que se llevó por delante puertas, ventanas, cristales, paredes endebles…, que hechos añicos iban cayendo sobre nuestras cabezas”. Fueron tres o cuatro segundos “que parecieron mortales”, aunque todos los allí presentes salvaron sus vidas. Sin embargo, no había rastro de que hubiera caído una bomba por allí.

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Arrupe practicando la meditación Zen.

“Estábamos recorriendo los campos de arroz que circundaban nuestra casa para encontrar el sitio de la bomba, cuando, pasado un cuarto de hora, vimos que por la parte de la ciudad se levantaba una densa humareda, entre la que se distinguían, claramente, grandes llamas. Subimos a una colina para ver mejor, y desde allí pudimos distinguir en donde había estado la ciudad, porque lo que teníamos delante era una Hiroshima completamente arrasada”, relata Arrupe.

Ante ellos se extendía “un enorme lago de fuego” que con el paso de los minutos dejó a Hiroshima “reducida a escombros”. Los que huían de la ciudad lo hacían “a duras penas, sin correr, como hubieran querido, para escapar de aquel infierno cuanto antes, porque no podían hacerlo a causa de las espantosas heridas que sufrían”.

Arrupe, que había estudiado medicina, y el resto de los jesuitas improvisaron un hospital en la casa del noviciado. Allí lograron acomodar a más de 150 heridos, de los cuales lograron salvar a casi todos, aunque la gran mayoría de ellos sufrieron los devastadores efectos de la radiación atómica en el ser humano. Más de 70.000 personas murieron el día de la bomba en Hiroshima y otras 200.000 quedaron heridas. A finales de 1945, la cifra de muertos había ascendido a 166.000 personas.

Montini y Arrupe, los cómplices que orquestaron el Hiroshima de la Compañía de Jesús.

Es nombrado superior de todos los jesuitas de Japón, con el cargo de Viceprovincial el 24 de marzo 1954 . Da la vuelta al mundo pronunciando conferencias y es elegido general de la Compañía de Jesús el 22 de mayo de 1965. Supo afrontar los tiempos azarosos y renovadores en los que entraba la sociedad humana y, muy especialmente, la Iglesia después del Concilio Vaticano II. Lleno de valor, de visión del presente y del futuro y, sobre todo, de una inquebrantable fe en Dios, tuvo que sufrir incomprensiones y contradicciones de todas partes, incluso, a veces, de las más altas instancias de la Iglesia. Pero marcó unos derroteros, hoy ya imborrables, para la Compañía de Jesús, que no dejarían de influir también en otros sectores de la sociedad humana.

El 2 de diciembre 1974 convoca la Congregación General 32. Supondrá un hito fundamental en la historia de los jesuitas, sobre todo por la proclamación de que nuestra fe en Dios ha de ir insoslayablemente unida a nuestra lucha infatigable para abolir todas las injusticias que pesan sobre la humanidad.

El 7 de agosto de 1981, de vuelta de Oriente, a donde había ido a visitar a los jesuitas de aquella parte del mundo, ya en Roma, en el taxi que le conducía del aeropuerto a la ciudad, sufre una trombosis cerebral que le deja incapacitado del lado derecho. Al día siguiente, le administran el sacramento de los enfermos.

El 26 de agosto el Papa nombra un delegado personal para atender al gobierno de la Compañía en la persona del jesuita P. Dezza. Se interrumpe así el proceso normal de nombrar un sucesor por medio de una Congregación General. El P. Arrupe y, con él, toda la Compañía reaccionaron con dolor pero con obediencia total a las decisiones del Romano Pontífice.

El 3 de septiembre1983, reunida por fin la Congregación General, el P. Arrupe presenta su renuncia al cargo ante todos los Padres congregados. Pocos días después, el P. Peter-Hans Kolvenbach es elegido General de la Compañía. Su primer gesto fue abrazar al P. Arrupe mientras le decía: «Ya no le llamaré a usted Padre General, pero le seguiré llamando padre».

Wojtyla visita a Arrupe poco antes de su muerte.

4 comentarios leave one →
  1. Rufo Mendoza de Alvarado permalink
    agosto 9, 2018 1:42 pm

    La foto con Montini es tremenda. La viva imagen de dos hebreos herederos de Caifás.

  2. Inés. permalink
    agosto 10, 2018 11:54 am

    ¿ Y QUÉ DECIR DE QUIEN FUÉ UN APÓSTATA DE LA FE, COMO ES EL CASO DE P. ARRUPE, QUE SEA PEOR QUE ESA PALABRA, APOSTATA, PUES LO FUÉ CON TODA VOLUNTAD Y TODO CONOCIMIENTO?

    NO ES A NOSOTROS A QUIÉN TRAICIONÓ, SINO A DIOS Y A LA IGLESIA. AUNQUE EN CIERTO MODO TAMBIÉN A TODOS LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA.

    «¿QUIÉN SUFRE QUE YO NO SUFRA CON ÉL?», DECÍA SAN PABLO. PERO ARRUPE PENSABA DE MANERA MUY CONTRARIA AL APÓSTOL DE LOS GENTILES.

    ¿Y CÓMO IBA A SUFRIR EL QUE TUVO DE TODO MENOS LA CONCIENCIA Y LA FE VERDADERA?

  3. tony permalink
    agosto 15, 2018 11:06 am

    pero el informe no dice nada de que el tenga algo que ver con decidir un ataque a Hiroshima por ser católica esta ciudad ?

    • agosto 15, 2018 12:47 pm

      La sospecha surge al detenerlo por espionaje, cosa bastante conocida de los falsos jesuitas en la II Guerra Mundial en favor de la Sinagoga. ¿No es suficiente saber de dónde y quiénes eran los amigos de la universidad de Arrupe y cómo fue adiestrado por agentes en Estados Unidos para ir a Japón?. Hay indicios de que Arrupe era el visor encargado para preparar el ataque a Hiroshima, así como otros «jesuitas» lo fueron para enviar informes a los aliados en oriente y ocultar a hebreos en Europa.

      Espías como el hebreo Antonio Hortelano han revelado las actividades de los hebreos como Arrupe revestidos de curas o misioneros.

      Unidad en la Verdad

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